Pero quizás estas sean las letras más importantes de todas, porque una vez más, he decidido acudir a las palabra, para contar todo aquello que no te he dicho en estos trescientos sesenta y cinco días. O que quizás por el contrario, te he repetido hasta cansarme.
Que sabes que contigo aprendí el significado del amor, aprendí lo que es no subirse al siguiente tren, solo por quedarse un ratito más. Aprendí lo que significada querer tu perfume en mi almohada. Aprendí a saltar al precipicio con los ojos cerrados.
Entendí que la última bala que nos queda, anula el cerebro y activa el corazón.
Pero sin duda, amor es que estés aquí un año después. Amor es que aún no te hayas cansado de mis días de cansancio. Amor es que te parezca bonito hablar por teléfono más de cien horas al mes. Amor es odiarme mientras me quieres, y quererme mientras me odias, que parece lo mismo pero yo, yo se que no tiene nada que ver. El amor en estado puro, somos tu y yo cada vez que nos echamos de menos.
Y yo que nunca he tenido más que palabras y letras con las que escribir, de mil formas distintas, la palabra "te quiero", lo único que he podido darte son caricias de mis manos frías en las constelaciones tu espalda, besos en el cuello, susurros en tu oído, y un sin fin de versos en el corazón.
Y es que yo antes de conocerte, nunca creí en la suerte. No creía en imposibles, ni en besos que alegraran el corazón.
Entonces como agua de mayo en pleno noviembre llegaste tú.
Como una tormenta de aire fresco y amor en versos.
Y empecé a creer en la suerte de la bola ocho, o en la de los martes trece.
O lo que es lo mismo, empecé a creer en ti.
Y trescientos sesenta y cinco días después sigo dando gracias por aquel beso en el portal.
Desde entonces escribo versos de amor y desamor por los cuatro costados. Y ya no deshojo margaritas para saber si que quieres, porque, cada vez que me lo susurras al oído, hasta ellas se marchitan de envidia.
Y seguramente, lo único que puedo decirte por primera vez en toda mi vida es:
Feliz aniversario, feliz año, felices trescientos sesenta y cinco días juntos.
Y como bien sabes tú... "Las cosas que importan jamás perderán su brillo"
Y empecé a creer en la suerte de la bola ocho, o en la de los martes trece.
O lo que es lo mismo, empecé a creer en ti.
Y trescientos sesenta y cinco días después sigo dando gracias por aquel beso en el portal.
Desde entonces escribo versos de amor y desamor por los cuatro costados. Y ya no deshojo margaritas para saber si que quieres, porque, cada vez que me lo susurras al oído, hasta ellas se marchitan de envidia.
Y seguramente, lo único que puedo decirte por primera vez en toda mi vida es:
Feliz aniversario, feliz año, felices trescientos sesenta y cinco días juntos.
Y como bien sabes tú... "Las cosas que importan jamás perderán su brillo"
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